domingo, 2 de febrero de 2020

El Milagro de la Milanesa (Nuevos aires, nuevas pestilencias)

¿Dos posteos en un mismo año? ¿Y en una misma semana? ¿Qué clase de alucinación post-goregrind es esta?


Uno de mis álbumes favoritos. Hasta la imagen de la tapa me inspiró varias veces, y esto es completamente en serio.


Coronavirus. ¿Saben la cantidad de huevos que me chupa? Bueno, sólo tengo dos, pero me los puede chupar por un buen rato. Porque la realidad es que todos tienen un patógeno u otro tipo de porquería adentro, y casi nadie lo sabe.

Dejando de lado por un momento la poesía hipersexual, la realidad es que alcanza con tocarse un brazo. ¿Podés notar ese quiste de grasa que en la puta vida tenías, y que parece haber salido de ningún lugar conocido por mortal alguno? Bueno, no sos el único. Y si ingenuamente pensas que se trata de tu edad, en un vano intento por evitar que tu orto transpire más que el de un payaso en monociclo balanceandose en un puente atado a las tetas de una gorda diabética, estás equivocado. Lo he observado en gente de 20, 30 y 60 años; todos ellos desarrollándolo al mismo tiempo.

Pero este blog no es acerca de conspiraciones y nihilismo, si no acerca de vestir la realidad mundana del absurdo y deleznable cotidianismo moderno en un velo de asquerosas parábolas intrascendentes.




Es interesante exacerbar el ego de la gente a través de aquello que ignora o disfruta. Y como un adolescente juguetón, que imagina el clítoris de su primer novia como un Patty recién sacado del envoltorio (cuando en realidad es carne de perro molida por un gordo asiatico con herpes), a veces el ego involucra disfrutar de la ignorancia. Y la fisión temperamental se vuelve inevitable.

Similar también a aquellas mujeres que pintan un cuadro de sexualidad liberada, aunque en realidad lo único que tienen liberado (y adiestrado) es el sentido de auto-conservación. Pero cuando inevitablemente dicho sentido se activa de manera instintiva, el mismo choca contra sus modos hedonistas cual eyaculación en la cara de una virgen evangélica: En una violenta y asquerosa confusión.

¿Cómo es posible que la gente se extrañe de algo completamente esperable? ¿No es acaso un absurdo en sí mismo el pretender buscarle sentido al sinsentido?

Me fui al carajo y los hice pensar. Haganse la paja, y que siga la fiesta.

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